Hay un poder transformador en la escritura, al ser un proceso terapéutico de sanación yo lo miro con respeto, así que me apliqué diariamente y llegó la inspiración, la transformación interna y la sanación. 

Terminé de salir del laberinto yendo hacia mi centro, dibujando nuevas líneas de creación interna. 

Mis alas cerradas se abrieron nuevamente para continuar mi vuelo hacia mi evolución. 

Escribir sana el alma y me está permitiendo ir más allá, hoy yo soy la alquimista de mí misma, porque no hay un Dios afuera, no hay un cielo afuera, la Diosa está dentro mío.

Yo Soy, al igual que mi cielo. 

Sólo es cuestión de decisión para empezar a tomar conciencia de otros mundos que me habitan, como dimensiones encontradas de linajes amorosos y entrecruzados, vidas separadas pero unidas por mandatos familiares y sociales que en la mayoría de los casos, sino es que en todos ellos, debemos cortar y resignificar para liberarnos y sanar y así rediseñar y reiniciar esa hermosa transformación de un nuevo plumaje, una mejor visión hacia la consumación de nuestra verdadera misión.